sábado, 29 de noviembre de 2014

Al estar demasiado atento lo pierdes de vista

La salamandra con mínimos recursos da cuenta de su pira. La piedra descartada se entrega en sacrificio al agua. La flor eclosionada a medianoche da paso a la mañana. La sorpresa del hombre detenido deja impotente al tiempo.
Si cortas el aire en tiras, si lo das a morder irresuelto, será más digerible. Junto extraños diálogos de insomnes, escarabajos blandos, para ascender a ese segundo piso. Estamos impregnados de posibilidades; humo denso de formas boreales para cada época del año.
Dos centímetros más y darle alcance. Dos centímetros, y saber que estrechez y estrechar son sinónimos que juegan al Samsara o al Tao según conviene. Su parte del árbol que crece a la izquierda, traza una sombra fiera y asequible; un laberinto que espera ser tragado. “Ábrete”, sería demasiado. Los vocablos precisos requieren largos silencios.
“¡Cuando tiemblas estás hecha de llama! ¡Cuando tiemblas estás hecha de llama!”. Verdades apiladas se escapan de las manos. Tal vez, si tropezara con el descubrimiento. Tal vez, si fuera capitán de corto alcance y no hablará de séptimos, de décimos, de Virgilio y los doce trabajos que aguardan por su verbo realizarse.
Si se sienta y espera, le enseñaré a cargar un cuerpo doce millas marítimas, sin que nadie le vea. Es relativamente simple. Espalda con espalda, empezará a escurrirse, a entrar en sus costillas subsumido en la composición primaria. No intente comprenderlo, ni controlarlo. Es ese tipo de escarceos que llevan a embarcarse en la colonización de otros planetas.
Buscar un justo, olvidar el epigrama bajo sus uñas. Si se imagina con suficiente fuerza, la selva lloverá fuera, será dentro, entrará en el compromiso de anunciarle el giro de los pájaros muertos que llegan a aliviarle. Desista. Hasta los ruidos se despojan de sus vidrios a un bocado de piel en su departamento.
La historia es la reiteración de los creyentes. Reanudar las filas, las cuartillas, alimentar el frágil fuego, nuestro pedazo de carretera. En otra época, remover a alguien ya situado daría para sumarse al ADN del patíbulo; hoy se permite el mercado del oxígeno y el tratamiento de señorita a una dulzura de setenta y cinco, antigua oficinista.

¿Será este el Crac de nuestras emociones? yo espero al menos algo de decencia; una implosión al estilo sonoro de la democracia, o un escándalo promocionado como el del Big Bang. Hay que correr la voz y ver el hundimiento de ambos lados.

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