sábado, 29 de noviembre de 2014

La casa: escena calcada del fondo en una refractaria

Con los pies perdidos en algún lado de su purgatorio. Eso pondría en lugar del acostumbrado e hipócrita tapete verde, que en mayúscula dice “Bienvenido” o “Home Sweet Home” o alguna otra de tan terribles barbaridades.
Calada, indecorosamente calada. Fuera es siempre invierno y los paraguas están rotos a propósito. Elegí paredes menudas, del grosor de una fotografía o una película; escuché decir que los chinos o los japoneses (ya no recuerdo bien) tienen más privacidad para “sus cosas” en los parques. Desdoro de tanta ritualidad al corriente de que el resultado será el mismo.
En pleno celo ha venido a visitarme. Pasa, como es costumbre, por el refrigerador vacío, por el relieve irregular de las cortinas y el grabado artesanal de la puerta.
Del otro lado de mil biombos, siento la agitación de su cuerpo. Me he dejado puesta solo una cinta blanca alrededor del cabello recogido. Adivino que tendrá tiempo de desatarla.
Se deja hacer. Con devoción, la camisa se sostiene de los hombros, pero termino por convencerla. Los zapatos (de niño, así lo he pensado), ceden lugar a la desnudez beatífica y blanda de los pies. Las prendas inferiores (pura apariencia) descienden con la rigidez de quien se entrega.
Señala. Me señala.
Hay que tallar aquí, aquí, aquí. Tantas cuerdas en su caja torácica, me hacen pulsar un instrumento inabarcable. Puedo decirlo: “Ahora soy artista”.
Mis labios caen en usted en desbandada. Las desinencias aprendidas a media tarde, durante lúdicas clases secretas, ahora son examinadas. Sus uñas, como espadas recientes del fuego, me ordenan el ascenso.
Si alguno ha recibido lecciones de reanimación, pasa de largo. El ritmo es una elevación de vapores, de sentidos, de sonidos. Sus palabras meteóricas, como islas misteriosas, me colisionan. Cada cosa en su sitio Cada cosa que parte Cada sol feo Cuando ya es imposible la retirada.
Es esta la casa que llevo guardada en la perilla. Una mordaza que combina con los principios honoríficos y los vecinos que llegan cada vez a preguntar.
Toda vez que se jacta de su locura, pongo un mueble más en la casa. La cuestión es, si pierdo la llave, ¿me ayudaría a encontrarla?



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