La
casa: escena calcada del fondo en una refractaria
Con
los pies perdidos en algún lado de su purgatorio.
Eso pondría en lugar del acostumbrado e hipócrita tapete verde, que en
mayúscula dice “Bienvenido” o “Home Sweet Home” o alguna otra de tan terribles
barbaridades.
Calada, indecorosamente
calada. Fuera es siempre invierno y los paraguas están rotos a propósito. Elegí
paredes menudas, del grosor de una fotografía o una película; escuché decir que
los chinos o los japoneses (ya no recuerdo bien) tienen más privacidad para
“sus cosas” en los parques. Desdoro de tanta ritualidad al corriente de que el
resultado será el mismo.
En pleno celo ha venido
a visitarme. Pasa, como es costumbre, por el refrigerador vacío, por el relieve
irregular de las cortinas y el grabado artesanal de la puerta.
Del otro lado de mil
biombos, siento la agitación de su cuerpo. Me he dejado puesta solo una cinta
blanca alrededor del cabello recogido. Adivino que tendrá tiempo de desatarla.
Se deja hacer. Con
devoción, la camisa se sostiene de los hombros, pero termino por convencerla.
Los zapatos (de niño, así lo he pensado), ceden lugar a la desnudez beatífica y
blanda de los pies. Las prendas inferiores (pura apariencia) descienden con la
rigidez de quien se entrega.
Señala. Me señala.
Hay que tallar aquí,
aquí, aquí. Tantas cuerdas en su caja torácica, me hacen pulsar un instrumento
inabarcable. Puedo decirlo: “Ahora soy artista”.
Mis labios caen en
usted en desbandada. Las desinencias aprendidas a media tarde, durante lúdicas
clases secretas, ahora son examinadas. Sus uñas, como espadas recientes del
fuego, me ordenan el ascenso.
Si alguno ha recibido
lecciones de reanimación, pasa de largo. El ritmo es una elevación de vapores,
de sentidos, de sonidos. Sus palabras meteóricas, como islas misteriosas, me
colisionan. Cada cosa en su sitio Cada
cosa que parte Cada sol feo Cuando ya es imposible la retirada.
Es esta la casa que
llevo guardada en la perilla. Una mordaza que combina con los principios
honoríficos y los vecinos que llegan cada vez a preguntar.
Toda vez que se jacta
de su locura, pongo un mueble más en la casa. La cuestión es, si pierdo la
llave, ¿me ayudaría a encontrarla?
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